sábado, 23 de febrero de 2013

AMIGO...

Amigo, llévate lo que tú quieras,
penetra tu mirada en los rincones,
y si así lo deseas, yo te doy mi alma entera,
con sus blancas avenidas y sus canciones.

Amigo, con la tarde haz que se vaya
este inútil y viejo deseo de vencer.
Bebe en mi cántaro si tienes sed.

Amigo, con la tarde haz que se vaya
este deseo mío de que todo rosal
me pertenezca.
Amigo,
si tienes hambre,
come de mi pan.
~Pablo Neruda, poeta chileno. Extracto.

EL CORRO LUMINOSO...

Corro de las niñas,
corro de mil niñas a mi alrededor:
¡oh Dios, yo soy dueña
de este resplandor!

En la tierra yerma,
sobre aquel desierto mordido de sol,
¡mi corro de niñas
como inmensa flor!

En el llano verde,
al pie de los montes que hería la voz,
¡el corro era un solo
divino temblor!

En la estepa inmensa,
en la estepa yerta de desolación,
¡mi corro de niñas
ardiendo de amor!

En vano queréis ahogar mi canción:
¡un millón de niños
la canta en un corro
debajo del sol!

En vano queréis
quebrarme la estrofa de tribulación:
¡el corro la canta
debajo de Dios!
~Gabriela Mistral, poetisa chilena.

viernes, 25 de marzo de 2011

¿POR QUÉ?

¿Por qué tardaste tanto,
por qué vienes ahora?
{...ahora que ya mis sienes
son como blancas palomas}

¿Por qué vienes ahora,
por qué tardaste tanto?
{...¿no ves que ya mi espalda
se está encorvando?}

¿No ves que ya mis manos
no son hermosas?
{...mis manos que ayer fueron
cual mariposas}

¿No adviertes el cansancio
que hay en mis ojos?
{...mis ojos que de olvido
casi se han roto}

Mi boca –ayer de rosa–
se volvió mueca
{...de hastío, quejumbrosa,
ya está reseca}

Mi voz –ayer de trinos–
es como un grito
{...hoy sólo es como un eco,
como un quejido}

Y el corazón de pena
se ha ido enfermando
{...de adioses, despedidas,
se está acabando}

Y tú vienes ahora,
¡triste ironía!
Y exiges que te oiga,
que cante y diga.

Y pones en mi mente
caudal inmenso;
y en palabras ardientes
quitas mi aliento.

Ahora que el ocaso
llega a mi vida
te instalas, con retraso,
¡inspiración divina!
(Chari, 11 de abril, 1986, Copyright © Library of Congress)

sábado, 26 de febrero de 2011

A MARGARITA DEBAYLE

Margarita... está linda la mar,
y el viento lleva esencia sutil de azahar; 

yo siento en el alma una alondra cantar tu acento: 
Margarita, te voy a contar un cuento...

Este era un rey que tenía un palacio de diamantes, 
una tienda hecha de día y un rebaño de elefantes. 
Un kiosko de malaquita, un gran manto de tisú, 
y una gentil princesita tan bonita, Margarita, 
tan bonita, como tú. 

Una tarde, la princesa vio una estrella aparecer; 
la princesa era traviesa y la quiso ir a coger. 
La quería para hacerla decorar un prendedor, 
con un verso y una perla y una pluma y una flor. 


Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: 
cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así. 

Pues se fue la niña bella, bajo el cielo y sobre el mar, 
a cortar la blanca estrella que la hacía suspirar. 
Y siguió camino arriba, por la luna y más allá; 
(más lo malo es que ella iba sin permiso del papá).

Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Señor, 
se miraba toda envuelta en un dulce resplandor. 
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho? Te he buscado y no te hallé; 
¿y qué tienes en el pecho que encendido se te ve?». 

La princesa no mentía. Y así, dijo la verdad: 
«Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad». 

Y el rey clama: «¿No te he dicho que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!... El Señor se va a enojar». 

Y ella dice: «No hubo intento; yo me fui no sé por qué. 
Por las olas o en el viento, fui a la estrella y la corté». 

Y el papá dice enojado: «Un castigo has de tener: 
vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver». 

La princesa se entristece por su dulce flor de luz, 
cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jesús. 

Y así dice: «En mis campiñas esa rosa le ofrecí; 
son mis flores de las niñas que al soñar piensan en mí». 

Viste el rey pompas brillantes, y luego hace desfilar 
cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar. 

La princesita está bella, pues ya tiene el prendedor 
en que lucen, con la estrella, verso, perla, pluma y flor. 
(Rubén Darío, poeta nicaraguense)

DAME LA MANO

Dame la mano y danzaremos,
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada mpas...

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza,
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina, y nada más...

(Gabriela Mistral, poetisa chilena)

sábado, 1 de enero de 2011

COSAS...

Amo las cosas que nunca tuve
con las otras que ya no tengo.

Yo toco un agua silenciosa,
parada en pastos frioleros,
que sin un viento tiritaba
en el huerto que era mi huerto.

La miro como la miraba;
me da un extraño pensamiento,
y juego, lenta, con esa agua
como con pez o con misterio.

Pienso en umbral donde dejé
pasos alegres que ya no llevo,
y en el umbral veo una llaga
llena de musgo y de silencio.

Me busco un verso que he perdido
que a los siete años me dijeron.
Fue una mujer haciendo el pan
y yo su santa boca veo.

Viene un aroma roto en ráfagas;
soy muy dichosa si lo siento;
de tan delgano no es aroma,
siento el olor de los almendros.


Me vuelven niños los sentidos;
le busco un hombre y no lo acierto,
y huelo el aire y los lugares
buscando almendros que no encuentro.


(Gabriela Mistral, poetisa chilena)

viernes, 15 de octubre de 2010

WALKING AROUND

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

(Pablo Neruda, poeta chileno)

viernes, 20 de agosto de 2010

LA LUNA


Te han amado los poetas
y los niños aseguran que eres de queso.

Los enamorados del planeta
han contemplado y admirado tu blancura.

Hija de la noche,
dama hermosa del amanecer.

Envuélveme con tu suavidad de plata
y escucha mis silencios cantados.

(Chari, febrero, 2000)

viernes, 30 de julio de 2010

EL MEDALLÓN


Fue un regalo de las alturas. Un medallón con figuras incas de plata y oro en relieve.Una joya preciosa y eterna que él le regaló porque quería embellecerla con metales antiguos.Un medallón que danzaba en libertad sobre el pecho de su amada.Un regalo del pasado, del único tiempo que de verdad les perteneció. El Sol y la Luna se quedaron prendidos a ese medallón de plata y oro. 
Tatuados sobre el pecho, dentro del corazón.

Para que nunca olvidara que fue un regalo

que él bajó para ella desde las alturas.






sábado, 6 de febrero de 2010

MI ÁNGEL

¿Desde qué estrella me miras cuando Te siento?
Debe ser desde la más lejana, 
de la que apenas se advierte, 
que apenas veo a la distancia 
porque tirita de frío sin mí...


¿Qué vaho tibio me trae Tu aliento?
Tendrá que ser el más esquivo, 
el más breve, como un silbido tenue que me canta 
y me deja el alma arrebolada.

¿Desde qué rayo de luna envías Tus susurros?
No puede ser sino de Ese que me inunda los ojos llenándolos de luz...
Ángel Bello que nunca me dejas
porque tu sino es seguir mis huellas...

...dime la Palabra que empape el corazón de magia
y se eleve hasta el Lugar Secreto donde me conoces plena;
donde regreso a Ti 
–siempre a Ti–
¡porque no sé hacer otra cosa!

(Chari, 6 de febrero, 2010)

domingo, 27 de diciembre de 2009

PARA QUE TÚ ME OIGAS...

Para que tú me oigas 
mis palabras se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas. 
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura. 
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, 
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte 
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. 
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. 

Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. 
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito 
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

(De Pablo Neruda, poeta chileno)

CUANDO TÚ Y YO...

Cuando tú y yo seamos viejos
y tengamos como nieve nuestro pelo,
cuando el andar sea muy lento
y nuestro hablar sea muy quedo...


Quiero tenerte a mi lado,
quiero decirte: ¡te quiero!
Como en los años de ayer
en que todo era tan nuestro
y parecía que nunca
llegaríamos a viejos.

(Chari, febrero de 1987. Copyright © Library of Congress)

PAÍS DE LA AUSENCIA

País de la ausencia... extraño país,
más ligero que ángel y seña sutil,
color de alga muerta, color de neblí,
con edad de siempre, sin edad feliz.

No echa granada, no cría jazmín,
y no tiene cielos ni mares de añil.
Nombre suyo, nombre, nunca se lo oí,
y en país sin nombre me voy a morir.

Ni puente ni barca me trajo hasta aquí.
No me lo contaron por isla o país.
Yo no lo buscaba ni lo descubrí.
Parece una fábula que ya me aprendí,
sueño de tomar y de desasir.

Y es mi patria donde vivir y morir.
Me nació de cosas que no son país;
de patrias y patrias que tuve y perdí;
de las criaturas que yo vi morir;
de lo que era mío y se fue de mí.

Perdí cordilleras en donde dormí;
perdí huertos de oro dulces de vivir;
perdí yo las islas de caña y añil,
y las sombras de ellos me las vi ceñir
y juntas y amantes hacerse país.

Guedejas de nieblas sin dorso y cerviz,
alientos dormidos me los vi seguir,
y en años errantes volverse país,
y en país sin nombre me voy a morir.

(De Gabriela Mistral, poetisa chilena) 

PARA ALEJANDRA

Tienes nueve años
¡quieres ser mujer!
Tu cara de niña
ansiosa por ver...
(Tiene nueve años
mi niña-mujer.)


Tu madre te mira
y al hacerlo ve
con pena que empiezas
a hacerte mujer...
(Mi niña querida
¡ya quiere correr!)

Tus ojos, tan negros,
ávidos por ver
todo lo que el mundo
te quiere ofrecer...
tus ojos hambrientos
están, por saber.


Y yo te imagino
pequeñita aún,
cuando tus bracitos
me extendías, tú...
cuando a tu muñeca
vestías de tul.

Te ponías mis tacones
y jugabas “a mamá”.
¡Desbordabas tus amores
al bebito, acariciar!
Y cantabas las canciones
que yo te enseñé a cantar.


Por éso, niña querida,
¡déjate por mí, mimar!
Permite que entre sus brazos
mamá te vuelva a acunar...
(que, a veces, yo desearía
¡que me arrullara, mamá!)

(Chari, febrero, 1987. Copyright © Library of Congress)

CIEN SONETOS DE AMOR – DOS

Amor, ¡cuántos caminos hasta llegar a un beso,
qué soledad errante hasta tu compañía!
Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.

En Taltal no amanece aún la primavera.
Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,
juntos desde la ropa a las raíces,
juntos de otoño, de agua, de caderas,
hasta ser sólo tú, sólo yo... juntos.

Pensar que costó tantas piedras que lleva el río,
la desembocadura del agua de Boroa,
pensar que separados por trenes y naciones
tú y yo teníamos que simplemente amarnos,
con todos confundidos –con hombres y mujeres–,
con la tierra que implanta y educa los claveles.

(De Pablo Neruda, poeta chileno)

sábado, 5 de diciembre de 2009

ESQUIVA CARICIA


Quisiera poder capturar la caricia
que se quedó colgada de la bruma...
que me llegara aferrándose a la brisa
o que bajara por los rayos de la luna.

Quiero tenerla nuevamente, cual murmullo,
como suave sonrisa que se queda
para siempre, ofreciéndote su arrullo
cuando todo se transforma en queja.


¡Llégame, ahora, que te necesito tanto!
¡Pégate a mi alma, y no la dejes nunca!
(Me he pasado la vida deseando
tu suavidad, ¡tan cálida y profunda!)


Pero te quedas esquiva allá en el tiempo.
Y, al llamarte, te burlas de mi súplica.
(No volveré a tener lo que deseo.
Me quedaré, esperándote, en la bruma...)

(Chari, 19 de mayo, 1989. Copyright © Library of Congress)

viernes, 4 de diciembre de 2009

EL PAN


Dejaron un pan en la mesa,
mitad quemado, mitad blanco,
pellizcado encima y abierto
en unos migajones de ampo.

Me parece nuevo o como no visto,
y otra cosa que él no me ha alimentado,
pero volteando su miga, sonámbula,
tacto y olor se me olvidaron.

Huele a mi madre cuando dio su leche,
huele a tres valles por donde he pasado:
a Aconcagua, a Pátzcuaro, a Elqui,
y a mis entrañas cuando yo canto. . .

Se ha comido en todos los climas
el mismo pan en cien hermanos:
pan de Coquimbo, pan de Oaxaca,
pan de Santa Ana y de Santiago.

En mis infancias yo le sabía
forma de sol, de pez o de halo,
y sabía mi mano su miga
y el calor de pichón emplumado.

Después le olvidé, hasta este día
en que los dos nos encontramos,
yo con mi cuerpo de Sara vieja
y él con el suyo de cinco años. . .

La mano tengo de él rebosada
y la mirada puesta en mi mano;
entrego un llanto arrepentido
por el olvido de tantos años,
y la cara se me envejece
o me renace en este hallazgo.

Como se halla vacía la casa,
estemos juntos los reconciliados,
sobre esta mesa sin carne y fruta,
los dos en este silencio humano,
hasta que seamos otra vez uno
y nuestro día haya acabado...

(Extracto del poema EL PAN, de Gabriela Mistral, poetisa chilena).